Como todos bien sabemos, Lovecraft mostró desde su niñez un acusado interés por la historia, la literatura y la mitología de la Antigua Roma, lo que le llevó a aprender latín y a leer obras clásicas de autores tan relevantes como Ovidio, Virgilio, Suetonio, Tácito, Tito Livio...Y no solo eso, sino que no dejaba pasar oportunidad de leer ensayos y volúmenes sobre la Historia del Imperio Romano, como la monumental Historia de Roma (1854-1856) del profesor alemán Theodor Mommsen (1817-1903), los ocho volúmenes de Una historia de los romanos bajo el Imperio (1850-1862), del historiador inglés Charles Merivale (1808-1893) o la famosa Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (1776-1789), del historiador inglés Edward Gibbon (1737-1794), entre otras obras destacadas.
Ahora bien, Lovecraft, a lo largo de su vida, también devoró muchas de las novelas históricas que empezaron a publicarse sobre todo a mediados del siglo XIX y que estaban ambientadas en el antiguo mundo romano. Existe una interesante carta de Lovecraft a su colega Fritz Leiber del 23 de enero de 1937 en la que le recomienda una serie de manuales y ensayos históricos sobre la antigua Roma, además de varias novelas que ya había leído. Entre otras, menciona los clásicos Yo, Claudio (1934) y su continuación Claudio el dios y su esposa Mesalina (1935), del escritor inglés Robert Graves (1895-1985), dos obras muy recientes por entonces pero de notable éxito (mucho más tarde llevadas a la pantalla como serie de televisión en 1976); la célebre novela Quo Vadis? (1896), del escritor polaco Henryk Sienkiewicz (1846-1916), adaptada al cine en varias ocasiones; A Friend of Caesar (1900), del escritor estadounidense William Stearn Davis (1877-1930); Imperial Purple (1892), de otro escritor estadounidense, Edgar Saltus (1855-1921), y finalmente, dos novelas que Lovecraft jusgaba eran las mejores que había leído sobre el modo de vida, las costumbres y la ambientación histórica de Roma: The Unwilling Vestal (1918) y Andivius Hedulio (1921), obras ambas del escritor norteamericano Edward Lucas White (1866-1934), cuya muerte por suicidio apenas tres años antes Lovecraft comenta en la mencionada carta a Leiber, y que también cultivó los relatos de terror y fantasía, como podéis leer en este enlace.
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