Sabemos que Lovecraft fue un gran aficionado al cine, y siempre que tuvo oportunidad, asistió al cine, que en su época comenzó a convertirse en el espectáculo de masas que sigue siendo hoy en día. En alguna de sus cartas de 1937, el año en que falleció, a sus amigos Donald y Howard Wandrei, daba cuenta de que había podido ver algunas películas en varios proyecciones locales en Providence. Una de las cintas que pudo ver al fin, después de varios años intentándolo, fue la mítica El Gabinete del Doctor Caligari (1920), película muda alemana de terror dirigida por Robert Wiene y considerada la obra por excelencia del expresionismo alemán. Sobre esta y otras películas, escribió de forma escueta lo siguiente:
Asistí a una serie de programas de cine en intervalos quincenales bajo los auspicios del Museo de Arte Moderno, entre los que se encontraban "El gabinete del Dr. Caligari", un rollo de "El Golem", "Manos" y una serie de piezas menores del cine de antes de la guerra.
A raíz de esta afirmación, sabemos que Lovecraft, además de poder ver una de las películas clave del cine de terror, pudo ver otro film legendario como El Golem (1920), dirigido por Carl Boese y Paul Wegener, aunque no estaba basado en la famosa novela homónima de 1915 del escritor austriaco Gustav Meyrink (1868-1932), o Las manos de Orlac (1924) de Robert Wiene, otra película muda alemana de terror. Al parecer, Lovecraft asistió a un programa de cine de terror alemán posterior a la Primera Guerra Mundial, llamado Film in Germany: Legend and Fantasy (Cine en Alemania: Leyenda y Fantasía); no hay un "Museo de Arte Moderno" en Providence, por lo que presumiblemente se refería a la institución MoMA (el Museum of Modern Art, fundado en 1929) de Nueva York, que recientemente había abierto una Filmoteca y una nueva Sala de Proyección, y evidentemente también estaba ofreciendo espectáculos itinerantes a las ciudades de Nueva Inglaterra. Probablemente fue a fines de enero y hasta febrero de 1937, ya que el estreno del “Programa Uno” en Nueva York fue el 9 y 10 de enero de 1937. Suponemos que cada proyección local quincenal probablemente se complementó en Providence con una breve charla con diapositivas, ya que sabemos que uno de los profesores de la Universidad de Brown era un gran entusiasta del nuevo arte cinematográfico en ese momento, y también era un conocido local que visitaba Lovecraft con frecuencia. Por todo ello, podemos afirmar que estas películas fueron algunas de las últimas que vio el escritor, antes de su desgraciada muerte en marzo de 1937.