En la revista digital española Coolt (aquí la página oficial), una publicación sobre literatura y arte dirigida a todo el mundo de habla hispana, apareció el pasado 24 de septiembre un artículo titulado Los tentáculos latinos de H.P. Lovecraft, firmado por el periodista, traductor y guionista Albert Gómez (n. 1992). Se trata de un texto en el que se aborda la influencia de la obra de Lovecraft en la ficción latinoamericana, y explican este asunto tres escritores: la argentina Mariana Enríquez y los uruguayos Ramiro Sanchiz y Gerardo Bloomerfield. Entre otras cosas, podemos leer lo siguiente:
Enríquez aclara de entrada que no le gusta el estilo de Lovecraft, por lo que no se puede hablar de que el autor de En las montañas de la locura ejerciera una influencia directa en su forma de escribir, pero no por eso dejan de obsesionarle determinados aspectos de su figura, como “su capacidad como mitólogo y su concepción absolutamente pesimista”.
Por su parte, Sanchiz, que se volvió un fan acérrimo del escritor tras leer sistemáticamente su obra y la de muchos de sus seguidores y teóricos, prefiere hablar en su caso de “contaminación” o “contagio”, en lugar del concepto literario de “influencia”. El autor uruguayo explica que los textos de Lovecraft “hackearon definitivamente” su escritura a partir de 2016, cuando publicó su novela Verde e inició la serie de relatos Árboles en la noche. “Esta ‘aparición’ de un núcleo denso de contagio pasa por reconocer la inevitabilidad de Lovecraft, hasta el punto que su catálogo de recursos y figuras se vuelve una verdadera caja de herramientas para el pensamiento y la escritura”, dice.
A Bloomerfield, en cambio, el impacto de la obra de Lovecraft le llegó a través de su discípulo Robert Bloch, quien le hizo comprender que “presentar situaciones y personajes horrendos sin una larga explicación de su origen que les preceda” era una técnica literaria muy efectiva. Al abordar la huella de Lovecraft en América Latina, Mariana Enríquez recuerda a admiradores argentinos como Borges —“lo fascinaba como creador de mundos especialmente”—, Juan Jacobo Bajarlía —un intelectual “que investigaba asuntos poco convencionales” y que en 1959 publicó el ensayo Lovecraft, el horror sobrenatural— y Luciano Lamberti —“hizo una novela que está entre el costumbrismo y el horror cósmico, La maestra rural”—. Y añade: “Su influencia se mete de manera intersticial porque, claro, es mucha la traducción cultural que hay que hacer desde aquí para apropiárselo. Y, al mismo tiempo, no: sus dioses estaban en el Pacífico, cerca de Perú, y las Montañas de la Locura están en la Antártida, un territorio que Chile y Argentina exploran hace muchísimos años y casi son parte de nuestros países”.
Podéis leer el texto completo en este enlace.