El pasado 18 de marzo, en el periódico español El Comercio (
aquí su web), editado en Gijón (Asturias) y fundado en 1878, se publicó un curioso artículo titulado
De Luarca a los dominios de Cthulhu, escrito por la periodista Arantxa Margolles Beran, historiadora de la Universidad de Oviedo. Se trata de un texto que recupera a un personaje español de un relato de Lovecraft,
El túmulo (1927), escrito en colaboración con Zealia Bishop, el conquistador natural de Luarca (Asturias), Pánfilo de Zamacona, del que ya hablé en esta
entrada sobre la recomendable obra
Enciclopedia Completa de H.P. Lovecraft (2011) del también asturiano Roberto García Álvarez, y también en esta otra
entrada sobre las diferentes referencias a España y al mundo hispánico en los relatos de Lovecraft. A continuación os dejo el texto completo, que podéis leer en este
enlace:
Pánfilo de Zamacona y Núñez, hidalgo, el hijo de Pedro e Inés, dejó Luarca, preso del deseo de aventura y para nunca volver, en 1532. Allá fuera, más allá del océano, le aguardaba el Nuevo Mundo, tan desconocido aún que seguía siendo perentorio, a aquellas alturas del reinado de Carlos I,
recorrer a pie sus tierras para descubrir los secretos y tesoros que
escondían. Pero también peligros. Y de qué manera. El hidalgo luarqués
estaba lejos de averiguarlo cuando puso el pie por vez primera en lo que
hoy llamamos los Estados Unidos de América, pero iba a acabar sus días
vagando eternamente, en forma de zombi, como protagonista de un relato
que algunos atribuyen, en parte, al autor americano H. P. Lovecraft.
Lo
del de Luarca suena a cuento porque, en efecto, lo es. Se titula 'El
túmulo' y fue publicado originalmente allá por 1930, en la revista
estadounidense 'Weird Tales', la primera que había publicado, dos años antes, 'La llamada de Cthulhu'.
El éxito del relato, del mundo mágico al que se introducía al lector y
de aquella terrorífica deidad con cabeza de pulpo y cuerpo de dragón que
vivía en la ciudad sumergida de R'lyeh, fue abrumador. En torno al
autor, el excéntrico Lovecraft, se generó un auténtico fenómeno fan que
le encumbraría a la fama, aunque no tanto a la estabilidad económica. Y
ahí es donde aparece la figura de Zealia Bishop. Una despampanante mujer
de pelo rubio mostaza cuya rúbrica firma 'El túmulo' y otros dos
relatos de temática 'lovecraftiana' más.
¿Y cómo llegó un asturiano a aquellas páginas que algunos catalogan
como colaboraciones –raras en el caso de Zealia, escritora mujer ante un
escritor frecuentemente tildado de misógino– y otros como relatos que,
en realidad, escribió Lovecraft a cambio de unas pocas perras para que
ella los firmase? Alejándonos de la polémica, que es a veces cosa mala y
más en asuntos en los que se inmiscuye el fenómeno del culto, como
este, tendríamos que profundizar un poco más en 'El túmulo' para tratar
de entenderlo. La acción se sitúa en Oklahoma, en el
año 1928. Un etnólogo, que es quien narra de su propia boca la historia,
se planta en el pueblo de Binger, condado de Caddo, para estudiar la
leyenda de un extraño túmulo que vuelve locos –cuando no gira todas sus
entrañas del revés– a quienes se atreven a visitarlo, y en torno al
cual, todas las noches desde hace, al menos, cuarenta años, se ve pasear
de día a un anciano y, de noche, a la figura decapitada de una mujer.
«Relación
de Pánfilo de Zamacona y Núñez, hidalgo de Luarca en Asturias, tocante
al mundo soterráneo de Xinaián, A.D. MDXLV». Así, en español en el
original, se titula el antiguo pergamino que el narrador encuentra a los
pies del túmulo, y sobre el vínculo asturiano no cuenta mucho más. Para
el lector americano que no conoce Asturias, en el relato se define
Luarca como un «pequeño y plácido puerto en la bahía de Vizcaya», y,
cuando Pánfilo se topa con los primeros veinte habitantes de aquel
extraño mundo, cuenta su autora que trata de comunicarse con ellos en
dialecto Wichita, «azteca, español, francés y otras lenguas latinas,
añadiendo posteriormente balbuceos de griego, gallego, portugués, y del
bable, dialecto campesino de su Asturias natal, todo
cuanto fue capaz de recordar». ¿Cómo pudo ser posible tanta precisión,
haya escrito el relato Zealia Bishop o lo haya escrito Lovecraft?
En el caso de Bishop, su pertenencia a varias sociedades genealógicas
podría haberle proporcionado conocimientos sobre puntos geográficos y
costumbres tan alejadas de su vida anglosajona. En el de Lovecraft es
bien sabido que se codeó, muchas veces a disgusto –sí: también tenía
fama de ser un recalcitrante xenófobo– con inmigrantes españoles a los
que, en algunos relatos, no deja demasiado bien. Para él, al menos en
base a su obra, eran «tipos toscos (…), apenas con el menor grado de
educación». ¿Pudo haber coincidido con alguno que le hablase de aquel
idioma romance, hijo del latín y hermano, por tanto, del castellano, que
había dejado olvidado en su lejana villa de Luarca?
Podría ser,
aunque solo podemos conjeturar. Sí es seguro el final que Bishop y
Lovecraft quisieron darle al pobre Pánfilo de Zamacona y que –ojo al
'spoiler'–, aunque se puede encontrar y disfrutar en el relato completo
de 'El Túmulo' con una simple búsqueda en internet, les resumiré:
deseoso de aventura, como estábamos antes comentando, Zamacona se enroló
en la expedición a Sinaloa –esta, en 1540, sí que fue real– de
Francisco Vázquez de Coronado y, guiado por los consejos de un indio
llamado 'Búfalo Acometedor', acaba llegando en solitario a la ciudad
subterránea de K'n-yan, donde conoce la raza de los Antiguos, anfibios
de extrañas formas y no muy buenas intenciones para con los humanos,
hasta el punto de que se llega a casar con una de sus hembras, T'la-yub.
Hombre y 'bicho' intentan huir y la cosa no acaba bien. Ni para
T'la-yub ni para su humano, perteneciente, eso sí, a un género capaz de
llegar a cualquier parte del mundo. ¡Buenos somos los asturianos!
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Luarca (Asturias) en la actualidad. |
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Francisco Vázquez de Coronado (1510-1554). |