Para ser alguien que jamás se ha visto amenazado por una ejecución legal,siento un horror bastante extraño hacia la silla eléctrica. De hecho, pienso que el tema me estremece más que a muchos de quienes han tenido que afrontar tal prueba.La razón está en que lo asocio con un incidente ocurrido hace cuarenta años...Un suceso muy extraño me colocó al borde de desconocidos abismos negros.
El verdugo eléctrico (1930).
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