En 1966 la editorial mexicana Finisterre publicó el libro Cuentos de magia, de misterio y de horror, del escritor mexicano de origen costarricense Alfredo Cardona Peña (1917-1995), uno de los cultivadores de los géneros del terror y la ciencia ficción en México, país donde vivió desde 1939 hasta su muerte. Destacado ensayista y poeta, con varios premios en su carrera, escribió numerosos cuentos de terror y fantasía, algunos de los cuales aparecieron en el citado libro. Entre los autores que él mismo señaló como influencia en su propia obra, cabe destacar a Lovecraft, al que incluso menciona en uno de los relatos breves incluidos en dicho libro, El brebaje, que dice así:
Puso a calentar la marmita, y cuando el agua estaba hirviendo, comenzó a preparar la receta infalible: una hoja de Las Mil y Una Noches; senos, ejércitos y relámpagos de la Biblia; pétalos del Asia; jazmines orientales; una cucharada sopera de Poe; otra de Villiers; café de Balzac; media cucharadita de Maupassant; un gramo de Lautreamont en polvo; lágrimas rusas; crótalos de Quiroga; dos ajos de Quevedo; naves de Bradbury; gotas de Flaubert; laberintos de Borges; miedos de Lovecraft, etc., etc., sin olvidar, naturalmente, juego de sauces de Blackwood, uñas del hijito de Mary Shelley, deducciones de Agata Christie, cuartos perfumados de amantes, fantasmas elegantísimos, criminales en argumentos de aluminio y algunas plumas de vampiro con gotitas de sangre de sonámbula virgen. Revolvió bien los ingredientes, encendió un cigarrillo y esperó. A los pocos minutos se encendió una luz roja, indicando que el brebaje estaba en su punto; entonces apartó la marmita del fuego y vació el humeante líquido en una tacita de porcelana china, cerró los ojos y bebió el contenido, lenta, exquisita, perversamente. Sintió un delicioso mareo, oyó un estruendo de temas desbocados como caballos, fue atravesando por el arte de encerrar en unas cuantas palabras el misterio de la pasión humana, percibió el resplandor de mil plumas de fuego; pasó, rugiente, el amor, pisoteando su corazón, y además, la locura, el sueño y la muerte con sus textos en llamas, de las que se desprendían jirones de estilos fantásticos, coronadas de visiones empapadas en sensualidad, belleza, horror y crueldades inauditas. Luego, inspirado, fuera de sí, escribió el cuento más breve y dramático del mundo, tan breve que la palabra FIN era como el alma y la justificación del relato, tan definitivo que al día siguiente, al lado de la sonrisa inmóvil, junto a la marmita de la que aún se desprendía un penetrante olor a letras descompuestas, leyeron: “No se culpe a nadie de mi cuento; lo he escrito por mi propia voluntad”.
Como otra curiosidad relacionada con Lovecraft, Cardona escribió un poema titulado Recreo sobre la Ciencia Ficción, el más largo dedicado a este género, muy en la línea de los versos de Yo estaba en el espacio de Amado Nervo. Se dice que el poema cuenta con 19 notas al pie para ayudar al lector a entender todas sus referencias, ya que los versos mencionan a autores y arquetipos fantásticos. Fue publicado en el volumen 150, de enero de 1967, de la prestigiosa revista mexicana Cuadernos Americanos, concebida en México por el poeta español Juan Larrea (1895-1980) en 1941 y que se publicó hasta 1974, y que recogía ensayos y textos de intelectuales mexicanos, españoles y sudamericanos. En una parte del poema, se menciona a Lovecraft, a saber:
Allí, rodeándolo, estaban H.G. Wells (que tenía el grado de Almirante,
por haber sido el primero en ofrecer sidra aceptable de manzanas planetarias),
el extraordinario Olaf Stapledon,
el imprescindible Lovecraft, el admirado Blackwood,
Lloyd Biggle (autor de un portentoso "Monumento")
y el señor Anderson, impresionante como "Un viaje a la Eternidad":
seguían el trágico John Wyndham
(cuya "Supervivencia" es una clásica joya del horror cósmico),
y Anthony Boucher, Abernathy, Jameson, Aldis...
Podéis leer el poema completo en este enlace.
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