viernes, 11 de mayo de 2018

NUEVA INGLATERRA GÓTICA






Hace ahora cuatro meses, fallecía en Portland (Oregon) la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin (1929-2018), todo un referente de la literatura fantástica y de ciencia ficción, autora de centenares de relatos y novelas como las de la saga de Terramar, La mano izquierda de la oscuridad (1969), Los desposeídos (1974) o El nombre del mundo es Bosque (1972) , ganadora de varios premios Nébula y Hugo y la primera mujer galardonada con el título de Gran Maestra por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía de Estados Unidos (SFWA). Como autora destacada de dos géneros (fantasía y ciencia ficción) que Lovecraft también cultivó, podemos encontrar una relación entre ambos escritores, del que Le Guin también llegó a reconocer algunas influencias, aunque no tenía muy buena opinión general sobre su obra. El 26 de marzo de 1976, en el número 3863 del Times Literary Suplement, el suplemento cultural y literario del periódico The Times de Londres, que empezó a publicarse en 1914, apareció un artículo de Le Guin bajo el título New England Gothic (Nueva Inglaterra gótica), en el que hacía una reseña de la célebre biografía de Lovecraft de L. Sprague de Camp, Lovecraft. Una biografía, editada en 1975, texto que podéis leer en inglés en este enlace. Entre otros comentarios, Le Guin afirmaba lo siguiente sobre Lovecraft, no sin cierta ironía:
H. P. Lovecraft de Providence, Rhode Island, el autor de obras como El horror de Dunwich y Hongos de Yuggoth, es el objeto de un culto pequeño pero tenaz. Podría ser divertido para alguien alérgico a dicho culto adentrarse en la selección de la obra de Lovecraft sobre hongos, recopilación de fanatismos e infelicidades, tal vez alistando una computadora para determinar cuántas veces usó la palabra "eldritch". Diversión, pero demasiado fácil. Uno podría citar casi al azar. Lovecraft fue un escritor excepcionalmente, casi impecablemente malo. Él ni siquiera era originalmente malo. Los poemas riman con precisión, pero sus esfuerzos por captar los ritmos sonoros de Dunsany muestran una oreja de estaño sólido. Derivado, inepto e inmaduro, sus historias pueden satisfacer solo a aquellos que creen en una letra mayúscula, algunas palabras y un punto.

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