Resulta claro que la publicación en 1969 del volumen Los Mitos de Cthulhu por Alianza Editorial marcó un antes y un después en la bibliografía lovecraftiana en español, y mereció variadas reseñas en diversos medios de información de entonces. Una breve reseña la encontramos en el famoso diario Pueblo, en el número correspondiente al 29 de diciembre de 1969, dentro de la llamada "Tercera Página", dedicada a críticas y opiniones, en una sección denominada A tumba abierta, a cargo del ensayista y narrador español Luciano González Egido (n. 1928), que firmaba bajo el seudónimo de Copérnico, y bajo el título Cuentos de miedo. El texto completo dice lo siguiente:
Entre las caracterizaciones que el hombre se ha buscado, como las de «homo sapiens», «homo ludens», «animal político», «económico», «erótico», etc., ninguna parece cuadrar hoy mejor al sujeto en cuestión que la de «hombre temeroso», a la que sólo la vanidad de nuestro machismo de cartel impide alcanzar el valor, de símbolo que se merece. Posiblemente, ninguna de las raíces hipotéticas de la racionalidad humana sea más verídica que la del terror radical del hombre primitivo en busca de su supervivencia física en un mundo hostil y desconocido. Y nada más moderno que ese miedo ancestral, puesto al día por Hiroshima y Nagasaki, sazonado por la premonición perpetua de la libertad en apuros y alimentado por los dioses enigmáticos y abrumadores de la tecnología contemporánea.
De aquí, el consumo masivo de la literatura de terror que las sociedades industrialmente avanzadas provocan y el interés que los antiguos y los nuevos cultivadores del género se ganan entre los críticos literarios, los sociólogos y los psiquiatras. El miedo, como elemento circunstancial de la condición humana y como factor desencadenante de un cierto placer estético, ha encontrado siempre, desde las viejas cosmogonías hasta las recientes fantasmagorías racionales, un modo de inquietar al hombre, de subyugarlo y abrir brecha en los anclajes de más sólido optimismo biológico.
Una prueba de todo esto es el libro de «Los mitos de Cthulhu», de Lovecraft, y otros escritores americanos, que Rafael Llopis acaba de presentar a los lectores españoles. con la seriedad y la ironía que una semejante tarea exige. Encontramos en estos relatos un conocido aire actual, que desdice de los casi cincuenta años de su existencia y abre un prólogo de terror a la irracionalidad racional de nuestro contexto histórico. Al fin y al cabo, el arte de Lovecraft, como indica Llopis en la introducción del libro, tenía su lejana placenta en la revolución literaria de A. Machen, que «conjuró los miedos objetivos a la muerte violenta, al futuro incierto, al terrible pasado, a la revolución y a la contrarrevolución y al maquinismo cada vez más inhumano».
¿No podían empezar las memorias de muchos hombres con estas palabras iniciales de una de las narraciones de Lovecraft, incluidas en el libro: «Después de veintidós años de pesadillas y terrores, de aferrarme desesperadamente a la convicción de que todo ha sido un engaño de mi cerebro enfebrecido, no me siento con ánimos de asegurar que sea cierto lo que descubrí la noche del...»? El gran acierto de Rafael Llopis es haber visto dialécticamente el mundo de las fantasías oníricas de Lovecraft y habernos dado de este modo las pautas necesarias para una lectura correcta de estos textos alucinantes y realistas, traspasados de incredulidad y de misticismo cósmico.
Al cerrar el libro, bajo la costra esotérica de unos nombres, unas localizaciones y unos mitos inverosímiles hallamos el alfabeto de nuestras inquietudes permanentes y descubrimos que todavía seguimos teniendo miedo y que podemos poner nombre y hasta número de teléfono a esas amenazas invisibles, que historiaron unos hombres de este mundo, escudándose en la inocente apariencia de un puñado de cuentos de miedo.
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