miércoles, 29 de diciembre de 2021

UNA MENCIÓN A LOVECRAFT EN UN ARTÍCULO SOBRE MARCEL MARTÍ

 



El escultor Marcel Martí.

En el número del periódico español La Vanguardia del 24 de noviembre de 1967, apareció publicado un artículo titulado Marcel Martí y la escultura del subconsciente, del poeta y crítico catalán Juan Eduardo Cirlot (1916-1973), del que curiosamente ya escribimos acerca de un artículo sobre Lovecraft que publicó en ese mismo año de 1967, en esta entrada. En el mencionado texto del diario catalán, Cirlot hace una exposición de la obra artística del escultor español nacido en Argentina Marcel Martí (1925-2010), en cuyas esculturas emplea los más diversos materiales: el hierro, el bronce, la piedra caliza, el mármol, la arcilla, la madera, el polimetacrilato o el acero corten. Sus obras más características son esculturas orgánicas que reflejan su personal y metafísica visión de la naturaleza y el mundo, la vida y su percepción en un sentido cósmico: expresión última y esencial de un universo perceptivo personal. En ellas se combinan elementos cóncavos y convexos con líneas cada vez más sencillas y depuradas, quedando patente la importancia del volumen y la búsqueda de la perfección en la factura. Como curiosidad que cabe reflejar en este blog, Cirlot hace una mención a Lovecraft en su texto:


Juntas, esas obras es cuando resultan más inquietantes; porque cada una de ellas, no alejándose demasiado del canon humano, aunque se haya "enmascarado con todos los mitos de todos los tiempos sidos o por ser, conserva cierta presencia cordial que la aproxima a nosotros pese a su deformación. Juntas, las obras dan más valor a su carácter «representativo» de "algo" que solo se puede presentir, algo que recuerda las «entidades» aludidas por Lovecraft en su novelística de terror y de anticipación, y que no es otra cosa sino la transformación proteica de los «daimones» que se esconden en el alma del artista. Tal vez, nunca como en nuestro tiempo se haya sentido el hombre tan presionado por fuerzas que, p r o c e d a n del «subconsciente» personal, o de dinamismos ajenos á él, e incluso (cabe) a la terrestre morada que habita, le obligan a dar realidad existencial y material a determinadas « e x p r e s i o n es» de «lo otro», es decir, de lo que los surrealistas denominaron «el lado nocturno de la Naturaleza»

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