La casa de Robert Howard. |
Aunque, por encima de cualquier otra clase de animales, Lovecraft fue un apasionado de los gatos, de los que tuvo varios a lo largo de su vida y a los que profesó un enorme cariño, que plasmó en algunos de sus textos y en muchas de sus cartas, sabemos que él, y en concreto su familia, tuvo otro animal. Y no es el tipo de animal que alguien de clase media en una ciudad como Providence tendría en su propia casa. Se trataba de una vaca, un animal propio de las zonas rurales. Al parecer, según una carta que Lovecraft envió a su colega Reinhart Kleiner en 1916, rememorando acontecimientos de su infancia, cuando vivía en la mansión de los Phillips, su familia materna, escribió estas breves palabras:
(...) la vaca familiar, una posesión querida que recuerda los días prehistóricos de Greene antes de que mi abuelo se convirtiera en un habitante urbano.
Al parecer, cuando Lovecraft era apenas un niño, su abuelo Whipple Van Buren Phillips, poseía una vaca, que pastaba en el patio trasero de la casa familiar de Angell Street, y que recordaba los tiempos anteriores, cuando era un exitoso empresario y llegó a fundar algunas poblaciones, como Greene, en Rhode Island (a la que hace referencia el propio Lovecraft en el fragmento citado), o Grand View, en Idaho, como escribí en esta entrada.
El que también tuvo una vaca, al parecer de una raza hindú, fue uno de los mejores colegas de Lovecraft, Robert Howard, al que aquel no pudo visitar nunca y que siempre tuvo la impresión de que era una especie de granjero en su casa rural de Cross Plains (Texas), un hecho que el propio Howard desmintió en una de las cartas que le escribió, fechada en enero de 1932, y que decía así:
No somos granjeros. Vivimos en un pueblo pequeño y solo tenemos un pedazo de tierra muy pequeño, pero tenemos suficiente para mantener una pequeña despensa y cultivar un jardín. En este momento tenemos mucho más de lo que necesitamos de verduras, rábanos, nabos y similares. Hemos estado llevando ganado, cerdos y conservas en deudas, así como grano y piensos. Tenemos un buen suministro de heno, avena, semillas de algodón y maíz, y tenemos harina molida de maíz y trigo que obtuvimos de la misma manera. Tenemos leche de nuestra propia vaca y mucha carne. Teníamos un ternero entero enlatado, es sorprendente la cantidad de carne que hace un buen ternero gordo: latas de bistec, rosbif, sopa, lomo, chile, hígado, corazón, lengua, todo menos las pezuñas.
Esta vaca respondía al nombre de Delhi, según le relató E. Hoffman Price a Sprague de Camp en una carta de 1977, muchos años después de que tanto Howard como Lovecraft hubiesen muerto:
Interesante, este es el tipo de cosas de las que no esperas enterarte, menos de dos grandes escritores como ellos.
ResponderEliminarEs muy curioso, yo también me sorprendí cuando lo descubrí.
ResponderEliminarUn saludo.