Marcos Ricardo Barnatán. |
Como sabréis, la primera biografía relevante y completa de Lovecraft en inglés fue la obra de L. Sprague de Camp Lovecraft. A Biography, publicada en 1975 por la editorial Doubleday, que en castellano sería publicada por vez primera en 1978 por la editorial Alfaguara, en su colección Nostromo, en un volumen de 421 páginas traducido por Francisco Torres Oliver. Pues bien, esta primera edición en español fue reseñada en un artículo en el periódico El País, en su edición del 28 de marzo de 1979, bajo el título Lovecraft tenía biografía y firmado por el escritor, poeta y crítico español de origen argentino Marcos Ricardo Barnatán (n. 1946), autor de más de cuarenta obras y colaborador habitual de periódicos y revistas culturales, siendo también un reconocido especialista en la obra de Jorge Luis Borges. El texto completo del artículo, que podéis consultar aquí, dice lo siguiente:
Contra lo que muchos creían, Howard Phillips Lovecraft, el
inquietante hacedor de historias monstruosas, tiene biografía. La
oscuridad en la que vivió y murió, y la ausencia de datos concretos
sobre los episodios más significativos de su vida, hicieron creer que
Lovecraft había construido su poderoso universo fantástico para huir de
la mediocre cotidianidad. Sin embargo, la minuciosa biografía escrita
por Sprague de Camp y publicada ahora en España nos descubre a un
personale apasionante, cuya historia personal es una auténtica novela
que el estudioso desentraña tras una investigación laboriosa y
apasionada. Restaurar los hechos, emprender una gigantesca
reconstrucción de una vida tan literaria como la de Lovecraft, por
alguien que no lo conoció, es realmente difícil.Sobre todo cuando se
trata del primer estudio serio sobre el tema, y tejer cada secuencia
necesita de los testimonios múltiples de antiguos amigos del finado,
vecinos, parientes próximoso corresponsales dispersos. Todo puede ser
útil para aclarar la imagen del personaje, y nunca sabe el estudioso
dónde puede estar la clave secreta, de ahí que la mayor acumulación de
datos pueda favorecer la creación de un retrato-robot más perfecto. Esta
técnica, más cuantitativa que cualitativa, es la que empleó el autor de
este libro, prefiriendo la contraposición de opiniones diversas antes
de arriesgar una teoría propia que pudiera resultar subjetiva.
Exposición fértil antes que interpretación personal.
El
resultado es, pese a ello, muy interesante. El personaje que hizo
posible aquellos aberrantes relatos es un ser débil, marcado por la
personalidad dominante de una madre viuda prematuramente que se entrega a
la excentricidad en medio de la decadencia familiar.
Anglófilo, monárquico, reaccionario hasta extremos caricaturescos,
este constante adolescente no puede dejar de recordarnos muchas veces a
otro gran hacedor de perplejidades, el maestro Borges. La diferencia
estriba en que uno conoció el éxito en vida y el otro vivió en el túnel
infinito del fracaso, mordiendo siempre el polvo de la penumbra circular
de los sectarios, pese a sus ansias de vencer los muros carcomidos de
sus casas de Providence. Pero un sinfín de coincidencias acaba por unir
al argentino célebre en vida y al otro, celebrado póstumamente.
Coincidencias vitales, ideológicas, e incluso literarias, que tienen su
culminación en uno de los cuentos de El Libro de Arena, en el
que Borges rinde un homenaje esquivo al maestro americano e intenta una
enseñanza final que puede ser interpretada como una secreta ironía hacia
el autor de Los mitos de Cthulhu.
Sprague de Camp hace de Max Brod, de este nuevo Kafka de la tierra
nueva. Es un albacea espontáneo que cumple su papel con holgura,
bordeando siempre la farragosidad erudita y ofreciéndonos el anecdotario
completo de un escritor especialmente inclinado a hacer anécdota. Un
Lovecraft poseur, teatral, aristócrata, ataviado con la vieja
ropa que perteneció a su padre, cúmulo de todos los fracasos, queda
retratado para sus lectores, la vasta legión que devoró su narrativa
exaltadora del miedo y que hoy pueden acceder a la habitación secreta
donde su héroe se dejó vivir.
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