jueves, 20 de agosto de 2020

MICRORRELATOS EN HOMENAJE AL 130 ANIVERSARIO DE LOVECRAFT

 


El pasado 20 de julio puse en marcha, como escribí en esta entrada, un concurso de microrrelatos en homenaje a Lovecraft al conmemorarse el 130 aniversario de su nacimiento, que se celebra hoy, 20 de agosto. Mi objetivo desde la humilde plataforma de este blog era que, entre los lectores y seguidores, rindiéramos un homenaje a la figura inmortal del escritor de Providence y la obra que dejó escrita, que es revisitada en las últimas décadas mediante películas, videojuegos, juegos de rol, series de televisión, y otras novelas y relatos. Y el homenaje más sencillo y especial que se le puede hacer es a través de los microrrelatos que vosotros mismos habéis plasmado por escrito, y que me habéis hecho llegar; son pocos, once microrrelatos, los que me han llegado, pero aún así llenos de mucha calidad, de horror cósmico, de mucha influencia lovecraftiana. Desde aquí quiero agradeceros vuestra colaboración a los que habéis participado en el concurso, desde varios puntos de España e incluso desde el extranjero, con tres obras enviadas desde México, Chile y Colombia. Un pequeño homenaje internacional hacia el maestro del horror cósmico que podéis disfrutar a continuación, en el que en cada microrrelato se indica el título, el autor y su lugar de procedencia.



ALGÚN IDIOTA DURANTE LA NOCHE de JOSÉ MANUEL LAGOS AHUMADA, de Chile.


Algún idiota durante la noche dibujó un número diez en mi puerta, además de una estrella de cinco puntas con un símbolo raro al centro, ni idea de por qué. No importa, es pintura que se limpia fácil.

Alguien me está jugando una broma, nuevamente pintaron mi puerta, un nueve más la estrella y el símbolo raro.

Otra noche y de nuevo pintaron la puerta, trataré de averiguar quién es el estúpido que lo hace.

Cuando desperté en la mañana había un siete pintado. Me estoy hartando, si encuentro al cretino…

Ahora fue un seis, le pregunté a mi vecino quien dijo que no había escuchado nada raro.

Permanecí despierto hasta las dos a.m con la luz apagada, no funcionó, me dormí, y ahora pintaron un cinco.

Cuatro

Tres

Dos


EXPEDICIÓN CARTER de HUGO LÓPEZ CUEVAS de México DF.


Escribo estas últimas palabras sobre la tabla de madera a la que me aferro con débiles fuerzas. No será mi epitafio; será una advertencia.

Soy el último marinero del "Ulises", de la Expedición Carter. Tuvimos éxito en nuestra empresa, y encontramos la isla. Solo que la isla no estaba deshabitada. El ciclón que atrapó nuestro barco despertó al único habitante de esta roca en mitad del océano.

Cuando despertó, selló nuestro destino.

Cuando despertó, el mundo pereció.

Llevo días a la deriva, sobre un mar infinito.

No me quedan fuerzas ni ánimos para seguir escribiendo.

Porque he levantado la cabeza y he visto que navego sobre las aguas dentro de la mano abierta de ese ser…



ESE LIBRO de ANA ROSA VEIGA de A Coruña (España).


No había nada raro en ese libro. Basilio Neira lo adquirió en una vieja librería y esa misma noche empezó a hojearlo. Su título: El Libro de los Dioses Perdidos, de Nicoló Fosco. No figuraba año ni lugar de impresión, pero era muy antiguo.

Basilio no dejó de leer. Atrapado en su lectura, se olvidó de comer, de su higiene, de su vida social, de su familia, de sí mismo.

No había nada raro en ese libro. Un policía que acudió a la llamada de un familiar de Basilio, alarmado porque llevaba días sin verlo, lo cogió y se lo llevó a casa. A nadie le importaría. Esa noche, empezó a leerlo. Se sumergió entre sus páginas y no volvió a levantar la vista.

No había nada raro en ese libro. Un amigo del policía, tras su entierro, lo cogió prestado y decidió que lo donaría a la biblioteca pública de la ciudad.



LA PUERTA de GERMÁN ARAUJO, de Madrid (España).


No puedo cerrar la puerta. He intentado todas las fórmulas conocidas, he repasado los símbolos arcanos, los he borrado y vuelto a escribir una y otra vez. He consultado muchos de los grimorios que mi abuelo me legó, he hecho lo que otros describieron hace siglos para que los portales que se abrieran de manera imprudente pudieran ser cerrados para siempre. Alhazred ya escribió que hay lugares en este mundo que nunca deben ser abiertos. Phillips no me hizo caso, y pronunció la invocación equivocada. Ahora, no puedo cerrar la puerta.

Ya siento su aliento…

Ya está aquí…


TRENDING TOPIC de DAVID ROMERO de Sevilla (España).


Aburrido, como casi todas las mañanas de ese caluroso verano, el 20 de agosto, Raúl consultó Twitter para ver las últimas noticias. Prefería esa red antes que la radio, la televisión o la prensa digital. Tardó pocos segundos en descubrir el tema más popular del momento. Se quedó sin aliento: ≠CthulhuAwake. Los principales medios internacionales lo acababan de anunciar. Cthulhu había despertado de su sueño de siglos. Confuso, Raúl escribió un tuit: "Si se trata de una broma, no tiene ni lovecraftiana gracia". Le pareció muy divertido.

De pronto, se quedó ciego.

Un instante después, sintió el temblor bajo sus pies.



1912 de LORENA BARQUERO de Madrid (España).


El señor Bruce Lester salió de su camarote con aire indignado; un fuerte temblor en todo su cuarto le había despertado. Preguntó a un miembro de la tripulación, pero no sabía nada. Subió a la cubierta principal, envuelto en un abrigo, pues era una noche muy fría. Se cruzó con algunos conocidos, como el mayor Archie Butt.

—¿Qué ha ocurrido?

—He oído que hemos chocado contra algo…

Lester pensó que fuese un iceberg o cualquier otra cosa, para el Titanic no supondría ningún problema.

Cuando oyó los gritos, empezó a oler el hedor a pescado podrido.

Allá abajo, sobre las aguas heladas del Atlántico Norte, Cthulhu acababa de despertar, esa noche de abril de 1912. 


CIEN AÑOS DE LOCURA de ADRIÁN GUTIÉRREZ MORA de Salamanca (España).

Muchos años después, frente a las páginas del Necronomicón, el cultista Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a ver a Dagón. Innsmouth era entonces una aldea de veinte casas de madera y barro construidas a la orilla de un mar de aguas oscuras que iban a morir en una playa llena de piedras pulidas, grises y extrañas como altares de sacrificio de un culto ya olvidado. El mundo era tan reciente que muchas cosas pertenecían a los Dioses Primigenios, y los hombres apenas habían aprendido a caminar solos. Todos los años, una familia de forasteros atracaba su barco cerca de la aldea y daban a conocer sus secretos.

Primero llevaron la estatuilla de Dagón.


EL SUEÑO DE LOS PRIMIGENIOS de FERREOL VON SCHREIBER BECKENBAUER de Bogotá (Colombia).

Vio aquellos seres con esos artilugios que reflejaban su forma, era colosal, más alta que cualquiera montaña, y esos seres vertían un rumor en el aire de sorpresa que lo cargaban de un eco agobiante de horror; y saltaban con esas dos extensiones y manipulaban el artefacto con esas dos hebras terminadas en filamentos, y esa forma circular repleta de pequeños agujeros por el cual uno de ellos escapaban sus blasfemos rumores; cuando despertó aquella criatura sintió un agobio en su pecho, sus escamas estaban bañadas de un rocío asqueroso por los pequeños seres que caminaban y hablaban, reían y saltaban; los ignoró pues en aquella vastedad el sueño de los primigenios es sólo un suspiro en la eternidad. 

EL GATO DE HOWIE de FERNANDO POLO de Alcorcón (España).

El pálido niño persiguió al gato hasta el final de la calle, allí donde la colina era más alta y las casas más antiguas, y guardaban mayores secretos. Nunca hasta entonces había llegado tan lejos. Maldijo al gato que se había escapado de casa. Siguió adelante hasta una vivienda deshabitada, con tejado inclinado y buhardilla, de tiempos coloniales. Creyó ver una silueta asomada a una de las ventanas más altas, algo que no era humano, una masa llena de ojos y protuberancias, viscoso como una ameba.

Recuperó a su gato y huyó, pero en la mente del pequeño Howie nació una idea.

VINIERON DE ESTRELLAS LEJANAS de FERMÍN LUQUE CUESTA de Valencia (España).

Nunca he salido del bosque. Me siento seguro. Me siento protegido. Ahora llegan esos extranjeros blancos, con sus voces estridentes y el fuego que traen consigo desde el otro lado del mar. Traen otro dios, otro mundo con ellos. Quieren acabar con nosotros. Quieren acabar con nuestros amos. Ilusos. No lo entienden. Puede que yo muera. Pero Ellos nunca mueren. Vinieron de estrellas lejanas, hace eones. Y seguirán en este mundo cuando el Sol se apague. Ellos no pueden morir.

Ellos son nuestros amos.

Y Ellos gobernarán otra vez cuando las estrellas les sean propicias.

EN MITAD DE LA NADA de DANIEL HERRERO SILVA de Plasencia (España).

No sabía cómo había llegado ahí. Despertó en mitad de ese lúgubre y cenagoso pantano. No se escuchaba ni se veía nada. Sólo podía notar ese fango espeso que le cubría hasta las rodillas. La sensación era angustiante. Comenzó a caminar sin rumbo y prácticamente a tientas. Le costaba dar cada paso. Pasaron al menos dos horas y desconocía cuánto había avanzado, pero sí que notó un cambio. Ahora podía escuchar una respiración entrecortada que no era la suya. Comenzó a bracear agitadamente hasta que su mano se posó en lo que parecía ser un tentáculo viscoso ¿Qué era eso? No había reaccionado cuando comenzó a notarlo presionando su garganta. Justo antes de perder la consciencia puedo escuchar algo aterrador ¡Ese alarido no era de este mundo!

                   


Y para terminar, mi propio microrrelato para contribuir con este sencillo homenaje a Lovecraft.

 EN LA ISLA de FEDERICO GARRIDO.

(Del diario de Jakob Roggeveen, en su viaje a la Isla de Pascua en abril de 1722).

Hace horas que los tambores suenan por toda la isla, y unas grandes hogueras iluminan el ancho y despejado cielo del Pacífico. He decidido tomar conmigo a una docena de hombres armados y averiguar qué traman los nativos. (…) Vemos las fogatas, que han encendido justo frente a las estatuas de piedra que tanto asombro nos causan. Nadie sabe cómo las erigieron ni a qué seres representan. (…) Se mueve algo en la oscuridad, lejos de la luz que producen las hogueras. Algo grande y espantoso. (…) Los nativos lo han convocado. Los nativos lo controlan. Las estatuas son sus heraldos. (…) Viene a por nosotros…

Una vez más, GRACIAS a todos los que habéis enviado vuestro microrrelato.

 

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