sábado, 8 de mayo de 2021

EL PROFESOR ESPAÑOL QUE VIVIÓ EN LA CASA DE LOVECRAFT

 

El profesor Juan López-Morillas.



 

Después de la muerte de Lovecraft en 1937 y de su tía Annie Phillips Gamwell en 1941, la que fuera última vivienda del escritor de Providence, situada en el número 66 de College Street, cerca del campus de la Universidad Brown (y desde 1959 trasladada al número 65 de Prospect Street), estuvo habitada por una serie de personas, algunos de ellos estudiantes y profesores de la vecina Universidad; uno de los últimos fue un profesor, William Deminoff (1925-1996), que era además fan de la obra de Lovecraft, del que escribí en esta entrada. Como curiosidad, entre esos residentes en la que fuera última vivienda del escritor, se encuentra un profesor español de la Universidad Brown, el catedrático, traductor e hispanista Juan López-Morillas (1913-1997). Nacido en Jódar (Jaén), en 1934 se desplazó a la Universidad de Iowa (Estados Unidos) con una beca de ampliación de estudios. En dicha Universidad prosiguió los estudios de doctorado, obteniendo el título de doctor en Filosofía y Letras en 1940. Profesor adjunto durante tres años en dicha Universidad, en 1943 López-Morillas fue contratado por la Brown University, en donde permaneció hasta su jubilación en 1978. Durante los 35 años de docencia en esta Universidad dejó una labor pedagógica memorable. Ascendió vertiginosamente en el escalafón académico, siendo director del Departamento de Español e Italiano entre 1960 y 1967; entre 1967 y 1973 dirigió conjuntamente el Departamento de Literatura Comparada, a cuya creación había contribuido, y el de Estudios Hispánicos, disfrutando de un doble nombramiento bajo los auspicios de la cátedra honorífica “Alumni-Alumnae”. Años después ocupó la cátedra “William Kenan, Jr.” de dicha Universidad. Contó en dicha institución con un numeroso grupo de alumnos, con el tiempo distinguidos hispanistas y colegas, tales como A. David Kossoff (1924-1995) y el también español José Amor y Vázquez (1921-2018). Al final de su carrera académica en la Brown, fue honrado en 1979 con la distinción de Doctor of Humane Letters (honoris causa). Tres años más tarde, sus colegas del departamento, encabezados por José Amor y Vázquez, A. David Kossoff y Geoffrey W. Ribbans, organizaron un homenaje que vio la luz con el título de Homenaje a Juan López-Morillas. Su campo de interés académico se movió entre el movimiento krausista, la Generación del 98 (Unamuno, sobre todo), la Institución Libre de Enseñanza, con su líder a la cabeza (Francisco Giner de los Ríos), y la literatura comparada, con especial énfasis en la literatura francesa, alemana y rusa. Según sabemos, a su llegada a Providence junto con su esposa, la estadounidense Frances M. López-Morillas (1918-2018), que fue traductora de obras españolas al inglés y con la que se casó en 1937, el profesor López-Morillas alquiló la casa de Lovecraft, en la que vivió entre 1944 y 1947. Existe una curiosidad sobre sus años de residencia en la vivienda de College Street, que apareció mencionada en un artículo del escritor español Javier Marías (n. 1951) titulado Fantasmas leídos, publicada en la revista Suplemento Semanal del 4 de octubre de 1992 y que se incluyó en su obra Literatura y fantasma (1993), que reúne 72 artículos publicados desde 1978 a 1992 en diversos medios, cuyo nexo común es tratar de asuntos literarios o relacionados con la literatura. En dicho artículo podemos leer lo siguiente sobre López-Morillas (al que no nombra, pero se sabe que se trata de él por la amistad que tuvo con Marías):

Un profesor español que vivía en la ciudad de Providence me contó que durante sus primeros años en Brown University había vivido en la que había sido la casa del maestro de la literatura de terror H.P. Lovecraft, inventor de un sinnúmero de criaturas semihumanas y preferentemente pisciformes o informes, predecesor absoluto de todas las cosas, aliens, seres y magmas que luego el cine ha hecho tan familiares. Eso en tanto que escritor. En tanto que individuo, al parecer se trataba de alguien huidizo, solitario, tímido hasta el espanto y de ideología nazi-estrafalaria. Al preguntarle yo a aquel profesor si nunca, en mitad de la noche, él o su mujer habían notado ninguna presencia extraña, me contestó que por suerte jamás se les había aparecido ninguna criatura de ascendencia o físico inciertos, pero que sí había una rara hosquedad en aquella casa, una especie de silencio forzado que cualquier sonido delataba, como si los muros, acostumbrados durante demasiado tiempo a la taciturnidad y misantropía de Lovecraft, no aceptaran de buen grado una palabra en tono elevado o los canturreos de su mujer en la ducha. Y al enterarse de quién los había precedido, a las pocas semanas de instalarse, habían decidido regalar los pececillos de colores con los que habían llegado, solamente por si acaso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario