martes, 31 de octubre de 2017

LAS COSAS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO






En 2016 la editorial española Anagrama publicó en España por primera vez una obra de la escritora argentina Mariana Enríquez (n. 1973), una colección de relatos de terror bajo el título de Las cosas que perdimos en el fuego, como podéis ver en este enlace. Este libro de 200 páginas, galardonado en 2017 con el Premio Ciudad de Barcelona en su categoría de Literatura Castellana, recoge 12 relatos de terror y fantasía, que evocan una realidad en lo que lo cotidiano puede convertirse en una pesadilla y el lector se despierta abatido, perturbado por historias e imágenes que jamás conseguirá sacarse de la cabeza. De los cuentos que integran esta antología (El chico sucio, La hostería, Los años intoxicados, La casa de Adela, Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo, Tela de araña, Fin de curso, Nada de carne sobre nosotras, El patio del vecino, Bajo el agua negra,Verde rojo anaranjado y Las cosas que perdimos en el fuego) me interesa destacar el titulado Bajo el agua negra, un relato con claras connotaciones lovecraftianas, que comienza con el interrogatorio de una fiscal a unos policías para esclarecer un caso de crueldad; la muerte de otro chaval vecino de uno de los poblados más empobrecidos de Buenos Aires. Enríquez arrastra esa investigación por la desigualdad económica, la discriminación social y el impacto ecológico. Este cóctel se convierte en aterrador cuando entre las chabolas, la mugre y la miasma irrumpe el horror cósmico, retorcido para incluir una componente de lucha de clases. En esa redefinición es donde Bajo el agua negra abandona la categoría de simple actualización de los Mitos de Cthulhu y abre un horizonte hasta ese momento en entredicho.

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