No puedo pensar en las profundidades del mar sin estremecerme ante las espantosas entidades que quizás en este instante se arrastran y se agitan en su lecho fangoso, adorando a sus antiguos ídolos de piedra y esculpiendo sus propias imágenes detestables en obeliscos submarinos de mojado granito. Pienso en el día que emerjan de las olas ,y se lleven entre sus garras de vapor humeantes a los endebles restos de una humanidad exhausta por la guerra... en el día en que se hunda la tierra y emerja el fondo del océano en medio del universal pandemonio.
Dagón (1917).
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