domingo, 12 de abril de 2020

RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE IMPERIOS PERDIDOS




A mi parecer, uno de los mejores relatos de los Mitos de Cthulhu es La Piedra Negra (1931), de Robert Howard, en el que el narrador llega a una remota aldea rural de Hungría para investigar un misterioso monolito negro de origen incierto. En este cuento, además de citar uno de los libros más conocidos de la mitología lovecraftiana, el Unaussprechlichen Kulten de Friedrich von Junzt, se menciona otra obra ficticia, también de un autor alemán, que lleva por título Remnants of Lost Empires (Restos arqueológicos de imperios perdidos, en castellano), un ensayo del erudito Otto Dostmann publicado en Berlin en 1809 por la también inventada editorial Drachenhaus Presse; obra en la que su autor, por el título, reseña ruinas y restos antiguos de viejas civilizaciones humanas (o no tan humanas), y en el caso del monolito negro del relato de Howard, afirma que fue erigido por los hunos para conmemorar una victoria de Atila. La cita concreta del relato dice así:
Esa expresión se repite muchas veces en su obra, en diversos pasajes, y constituye uno de los elementos oscuros de su trabajo. Insinúa brevemente haber visto escenas singulares en torno a un monolito, en la noche del 24 de junio. Cita la teoría de Otto Dostmann, según la cual este monolito sería un vestigio de la invasión de los hunos, erigido para conmemorar una victoria de Atila sobre los godos. Von Junzt rechaza esta hipótesis sin exponer ningún argumento para rebatirla; únicamente advierte que atribuir el origen de la Piedra Negra a los hunos es tan ilógico como suponer que Stonehenge fue erigido por Guillermo el Conquistador.
La enorme antigüedad que esto daba a entender excitó extraordinariamente mi interés y, tras haber salvado algunas dificultades, conseguí localizar un ejemplar, roído por las ratas, de Los restos arqueológicos de los Imperios Perdidos (Berlín, 1809; Ed. Der Drachenhaus), de Dostmann. Me decepcionó el comprobar que la referencia que hacía Dostmann sobre la Piedra Negra era más breve que la de Von Junzt, despachándola en pocas líneas como monumento relativamente moderno comparado con las ruinas grecorromanas de Asia Menor, que eran su tema favorito.

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