A finales de 1933 Frank Belknap Long invitó a Lovecraft a pasar las Navidades en su casa de New York. El 31 de diciembre, Nochevieja de 1933, Lovecraft asistió a una tertulia organizada por otro de sus amigos de la época en la que vivió en la Gran Manzana, SamuelLoveman, y su compañero de habitación, Patrick McGrath. En un artículo publicado para la revista Fresco en 1958, titulado Lovecraft as a Conversationalist, Loveman evocó aquella noche, en la que el escritor de Providence, como el abstemio que fue toda su vida, se negó a probar el alcohol y bebió ginger-ale, una bebida gaseosa fabricada con agua mineral, jengibre, limón y azúcar. Loveman contó que McGrath le llamó a la cocina y le preguntó : '¿Has visto lo hablador que se ha vuelto Howard de repente?'. Loveman se asomó a la habitación donde estaban todos reunidos y vio que Lovecraft era el alma de la fiesta: hablaba, gesticulaba, sonreía e incluso cantaba. Loveman no creía lo que estaba viendo, hasta que McGrath se le acercó y le susurró al oído : '¡He cargado su bebida!'. Lovecraft jamás se enteró de lo que le había sucedido, y un año después, en una carta a W. F. Anger, del 28 de enero de 1935, se jactaba de no haber probado el alcohol en su vida.
miércoles, 26 de agosto de 2015
LA NOCHEVIEJA DE 1933
A finales de 1933 Frank Belknap Long invitó a Lovecraft a pasar las Navidades en su casa de New York. El 31 de diciembre, Nochevieja de 1933, Lovecraft asistió a una tertulia organizada por otro de sus amigos de la época en la que vivió en la Gran Manzana, SamuelLoveman, y su compañero de habitación, Patrick McGrath. En un artículo publicado para la revista Fresco en 1958, titulado Lovecraft as a Conversationalist, Loveman evocó aquella noche, en la que el escritor de Providence, como el abstemio que fue toda su vida, se negó a probar el alcohol y bebió ginger-ale, una bebida gaseosa fabricada con agua mineral, jengibre, limón y azúcar. Loveman contó que McGrath le llamó a la cocina y le preguntó : '¿Has visto lo hablador que se ha vuelto Howard de repente?'. Loveman se asomó a la habitación donde estaban todos reunidos y vio que Lovecraft era el alma de la fiesta: hablaba, gesticulaba, sonreía e incluso cantaba. Loveman no creía lo que estaba viendo, hasta que McGrath se le acercó y le susurró al oído : '¡He cargado su bebida!'. Lovecraft jamás se enteró de lo que le había sucedido, y un año después, en una carta a W. F. Anger, del 28 de enero de 1935, se jactaba de no haber probado el alcohol en su vida.
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