El escritor español Juan Francisco Ferré (n.1962) sorprendió a la crítica con su tercera novela Providence (2009), finalista del Premio Herralde de ese año,y publicada por la editorial Anagrama (aquí más información) una novela extraña y fascinante, provocadora y desmesurada, que no deja indiferente a nadie.A simple vista, a pesar de su título, no tiene nada que ver con los Mitos de Cthulhu o el universo de Lovecraft, pero a través de retazos, fragmentos, digresiones y documentos anexos, se construye una narración que va a articularse en tres niveles como si de un juego de ordenador se tratase. Las tres partes están interrelacionadas y comparten elementos comunes, principalmente el cine, el sexo y la presencia, más o menos difusa e inquietante, de H. P. Lovecraft.
Su protagonista, Álex Franco, es un cineasta español con una visión perversa de Hollywood. En el Festival de Cannes conoce a una misteriosa mujer, Delphine, que le propone realizar una nueva película, y para ello se instala en Providence,Rhode Island, -la ciudad donde nació, vivió y murió Lovecraft-,donde trabajará en el tratamiento de un guión de dos malhadados documentalistas rusos sobre un videojuego extremo que la extinta KGB planeaba utilizar como mecanismo de control social. Para encubrir su verdadero objetivo, sus mecenas le consiguen un trabajo de profesor visitante en la universidad local (Brown, no Miskatonic). Lo que encuentra en Providence, sin embargo, es un laberinto de violencia, sectas mafiosas, conspiraciones apocalípticas y sociedades secretas que pugnan por el control de su metamórfica realidad.Ese delirio llamado Providence -o como se describe hacia el final de la novela- una conspiración para imponer el mundo virtual al mundo real va a infectar progresivamente el texto y la mente del protagonista.Una clave para comprender el sentido de la novela nos lo da la imagen de la portada: una fotografía de Lovecraft al estilo de Andy Warhol, de ojos amarillos y labios carmín, que en palabras de Juan Francisco Ferré, indica que "el avance tecnológico a veces sólo sirve para encubrir las ataduras más rancias". El sueño americano -transfigurado en delirio- sirve sólo como una capa de oropel para encubrir la moral decimonónica y retrógrada del imperio. La confusión entre ficción y realidad no es fortuita, sino que, igual a la imagen de Lovecraft de la portada, se sirve de una reproducción previa de la realidad (la fotografía) y aplica una operación de resignificación pop (el estilo de Warhol) por medio de la tecnología (la alteración digital de la imagen) para cubrir o deformar el significado original del sujeto.
Una vista de Providence en la actualidad, lugar donde transcurre la novela. |
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