Hizo una pausa, mirando con tristes y desolados ojos al suelo, continuando después:
-Fue terrible, Philip, y nunca me perdonaré por haber tenido nada que ver con esos monstruos. Debo haber estado algo loco, pero siempre había tenido una fuerte ambición de crear algo real en el terreno de lo grotesco, y visionario y macabro. No creo que supusieras siquiera, allá en mi fase primera, que tuviera yo ninguna apetencia verdadera por tales cosas. Deseaba hacer en escultura lo que Poe y Lovecraft y Baudelaire han hecho en la literatura y Rops y Goya en la pintura.
Los cazadores del más allá (The Hunters from Beyond, 1932) de Clark Ashton Smith.
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