domingo, 8 de mayo de 2022

LOS MITOS DE CTHULHU, ¿TIENEN LOS MONSTRUOS FORMA DE VIRUS?

 


 

Mercedes Peces Ayuso.


El 30 de julio de 2021, en el periódico digital español El Obrero, calificado como un diario digital formado por profesorado, protagonistas de la política, periodistas, escritores y escritoras, poetas, expertos y expertas en medicina, en informática y en economía, así como especialistas de la abogacía, con la firme decisión y total convencimiento de apostar por un periodismo constructivo y de valor social, se publicó un artículo titulado Los mitos de Cthulhu, ¿tienen los monstruos forma de virus?, firmado por la traductora Mercedes Peces Ayuso, Licenciada en Filología Hispánica y en Filología Alemana por la Universidad de Salamanca. Se trata de un breve texto en el que tomando como referencia el universo ficticio de Lovecraft, compara a los dioses primigenios con virus como el del Covid19, tal como podéis en este enlace y bajo estas líneas:

«A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos»

La llamada de Cthulhu, 1926, H. P. Lovecraft

Los libros de Lovecraft se alimentan de los miedos abisales y atávicos de los seres humanos. Las pesadillas entran por los ojos y el Necronomicón (el mítico e inexistente libro de poderosísima magia del poeta árabe loco Abdul Alhzared tan buscado en la red) las alienta y estimula, mientras «En su casa en R'lyeh, Cthulhu muerto espera soñando». Las tres últimas palabras te dejan seco.

Parece que esta ciudad sumergida en el Pacífico, heredera oscura de tantos cuentos de atlantes y habitantes anfibios, lleva un tiempito pugnando por emerger a base de tremendos golpes de agua, tsunamis y maremotos para traer de vuelta los tiempos primigenios donde el caos reinaba antes de que apareciera la raza humana. Y ahora, sus dioses oscuros y poderosos vuelven a manifestarse en este cierre de ciclo, que amenaza con volver a hacernos desaparecer. Cthultu se ha despertado dando rienda a su nueva era de destrucción y desatando el caos en la Tierra.

Tantas catástrofes naturales juntas que hemos sufrido pudieran otorgar visos de realidad a lo que Lovecraft y los suyos imaginaron: que llegó la hora en que el monstruo extraterrestre de las profundidades marinas, con pinta de anfibio y pulpo feo, haya hecho la digestión y se levante ahora ayudado por otros seres y por humanos cuya sangre está mezclada (léase mejor infectada) con la de estas criaturas. Y aunque dé miedo pensar que existan Primigenios, dioses arquetípicos profundos y humanos abyectos servidores de los monstruos, ahora son tan sutiles que ni los hemos notado hasta tenerlos encima. En realidad, estamos rodeados de ellos; nos abducen, son verdaderos monstruos con tentáculos mucho más largos y ventosos que los de Lovecraft y su círculo, generaciones de escritores que alimentaron el mito.

Lovecraft consigue que nos sintamos, cuanto menos, desamparados. Porque el terror que asoma por sus páginas es lo que acecha en lo cotidiano oculto entre las sombras. Y como siempre hemos temido la oscuridad y lo que no vemos, el resultado es la degradación de la cordura que provoca pesadillas y obnubila la razón. Corran los tiempos que corran y por más adelantos y conocimientos que tengamos, el miedo siempre nos paraliza y debilita.

Y entonces, a quién le extrañaría que empezaran las elucubraciones: ¿Y si el monstruo se ha reducido para hacerse virus y navegar y penetrar en los cuerpos creando una ráfaga de miedo e impotencia mucho más poderosa, pues ya no necesita esperar que lo liberen de los abismos para dominar la humanidad?

Quédate con esta frase: «Vinieron de las estrellas y trajeron consigo sus imágenes». Vaya longline de guion.

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