sábado, 29 de abril de 2023

UN CLASICAZO EN EL DÍA DEL NACIMIENTO DE LOVECRAFT

 



El 19 de agosto de 2020, al conmemorarse al día siguiente el nacimiento de Lovecraft, en el periódico digital gallego VigoÉ (aquí su página web), apareció un breve artículo titulado Un clasicazo en el día del nacimiento de su autor: "El color de fuera del espacio", de H.P. Lovecraft, firmado por el escritor Gabriel Romero de Ávila, autor de novelas de aventuras como El cazador de tormentas (2021). En el texto, se analiza uno de los relatos más representativos del autor de Providence, como es El color que cayó del cielo, y podemos leer estas afirmaciones, aunque el artículo completo lo tenéis en este enlace:

«Al oeste de Arkham las colinas se yerguen selváticas, y hay valles con profundos bosques en los cuales no ha resonado nunca el ruido de un hacha. Hay angostas y oscuras cañadas donde los árboles se inclinan fantásticamente, y donde discurren estrechos arroyuelos que nunca han captado el reflejo de la luz del sol. En las laderas menos agrestes hay casas de labor, antiguas y rocosas, con edificaciones cubiertas de musgo, rumiando eternamente en los misterios de la vieja Nueva Inglaterra; pero todas ellas están ahora vacías, con las amplias chimeneas desmoronándose y las paredes combándose bajo el peso de los techos bajos y abuhardillados».

Así comienza una de las historias más representativas de la obra de Lovecraft. Ambientada en los siniestros valles de su Nueva Inglaterra natal, «El color de fuera del espacio» trata sobre horrores provenientes de galaxias lejanas, que buscan un rincón donde protegerse y crecer, a expensas de unos cuantos seres inferiores. Cuenta el desastroso final de la familia Gardner, en cuya granja se estrella casualmente un meteorito que muestra un color muy extraño, igual que su consistencia y su aspecto general. Hasta allí se desplazan científicos de la Universidad de Miskatonic, en la vecina ciudad de Arkham, sin que ninguno logre averiguar de qué se compone la roca —que tampoco es dura como para llamarla así, sino que en realidad es blanda, fluida—. Pronto descubren que en su interior hay unos glóbulos de un tono más claro y que revientan al tocarlos. Desde ese momento, ninguna prueba científica podrá aclarar el asunto.

Pero, en los meses siguientes, la familia Gardner verá cómo toda su vida se va haciendo añicos, conforme resultan afectados la hierba, los árboles, los animales y finalmente ellos mismos. Al paso del tiempo se hace obvio que algo ajeno a este mundo viajaba dentro del meteorito y que está aprovechando la granja familiar para alimentarse, crecer y prosperar con algún fin oscuro. Ante ese poder, ni científicos, ni gobernantes ni hombres de acción pueden hacer nada, y durante todo el relato planea un sentimiento de impotencia, sorpresa e indefensión. Los humanos, en definitiva, solo somos alimento para ese terrible ser, cuya forma de vida ni siquiera podemos llegar a explicarnos.

Lovecraft está considerado el maestro del horror cósmico, un género propio que aúna las viejas historias de terror gótico con los prodigios de la ciencia, solo para mostrar la incapacidad del ser humano ante ciertas entidades que se encuentran a otro nivel. En sus relatos, hombres inocentes se enfrentan a dioses primigenios, alienígenas de zonas remotas del espacio o entidades provenientes de reinos oníricos. Y siempre estos enemigos retuercen las leyes de la naturaleza y se burlan de la presunción de los científicos, que creen poder dominar la Creación con sus estudios. Ante semejante amenaza, la humanidad se vuelve pequeña, ridícula incluso. 

 

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