viernes, 4 de diciembre de 2009

LOVECRAFT,EL MAESTRO DEL TERROR


Howard Phillips Lovecraft es, sin duda alguna, uno de los maestros de la literatura de terror y de ciencia ficción del siglo XX. Nacido en la ciudad de Providence, Rhode Island (EEUU) el 20 de agosto de 1890, se le considera un innovador de la lietratura de terror, a la que aportó una mitología propia ( los Mitos de Cthulhu) que desarrolló con una serie de colaboradores.
Descendiente de una familia ilustre, fue educado por sus tías y fue un niño prodigio, escribiendo su primer cuento a los 15 años, La bestia en la cueva.Su padre fue ingrasado en un psiquiátrico debido a un trastorno mental, muriendo en 1898.Su abuelo Whipple Phillips se convirtió en su tutor y fue quien comenzó a alentarlo en la lectura. Debido a su salud enfermiza no asistió al colegio hasta cumplir los 8 años, pero abandonó los estudios luego de dos años de asistencia. La muerte de su abuelo en 1904 le afectó muchísimo y durante un tiempo vivió en soledad dedicado a la poesía, estando en una posición económica muy precaria. En 1908 no pudo recibir su diploma de graduado debido a un colapso nervioso que sufrió. En 1914 se unió a la Amateur Press Association, y volvió a escribir relatos de ficción, algunos de los cuales aparecieron en la revista Weird Tales. Por entonces se creó una gran legión de admiradores, entre los que se encontraban Robert Bloch, Clark Ashton Smith y Robert E. Howard.
En 1924 se casó con Sonia Green, se mudó a vivir a Nueva York, aunque al poco tiempo se divorciaron y Lovecraft regresó a Providence. Esta fue la época más fructífera del escritor y durante la que desarrolló la mayor parte de los Mitos de Cthulhu, cultivando además su amistad con una larga serie de escritores, como Bloch, Machen, Derleth, Belknap Long,etc. En sus últimos años su naturaleza enfermiza fue minando su salud y después de ser ingresado en un hospital falleció el 15 de marzo de 1937.Fue enterrado tres días después en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point; en la lápida que le erigió un grupo de aficionados puede leerse una línea tomada de una de sus miles de cartas que escribía a sus corresponsales: "Yo soy Providence".

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