martes, 29 de junio de 2021

KUBRICK Y LOVECRAFT





                                                                                   

La crítica considera al director de cine británico de origen estadounidense Stanley Kubrick (1928-1999), uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, destacando tanto por su precisión técnica como por la gran estilización de sus películas y su marcado simbolismo. Fue realizador de cintas tan emblemáticas como Senderos de gloria (1957), Espartaco (1960), ganadora de cuatro Oscars, Lolita (1962), 2001: una odisea del espacio (1968), La naranja mecánica (1971), Barry Lyndon (1975), El resplandor (1980) o La chaqueta metálica (1987), consideradas clásicos del cine. La relación entre el cine de Kubrick y la ciencia ficción y el terror es muy acusada, ya que en la lista de las películas citadas se encuentras dos hitos de ambos géneros. En 1968 alcanzó la cumbre de su carrera con 2001: A Space Odyssey (2001: una odisea del espacio). filme de ciencia ficción con el que ganó su único Óscar a título personal, por el diseño de efectos especiales, y que es una adaptación de un célebre relato de Arthur C. Clarke, El centinela (1951), que luego fue ampliado y revisado por la novela del mismo título que la película; de hecho, Clarke escribió el guion junto a Kubrick y revisó su cuento a la par que se rodaba la cinta.​ Además, la película es considerada como una de las mejores de la historia dentro de su género. Considerada por algunos una película lovecraftiana por su temática, la historia se centra en un equipo de astronautas que trata de seguir las señales de radio emitidas por un extraño monolito hallado en la Luna y que parece ser obra de una civilización extraterrestre. Es interesante una entrevista realizada a Kubrick por Eric Norden para la revista Playboy en 1968, en la que el director afirmaba lo siguiente:

 Es razonable suponer que debe haber, de hecho, incontables miles de millones de tales planetas donde ha surgido vida biológica, y las probabilidades de que alguna proporción de tal vida desarrolle inteligencia son altas. Ahora, el sol no es de ninguna manera una estrella vieja, y sus planetas son meros niños en la era cósmica, por lo que parece probable que haya miles de millones de planetas en el universo, no solo donde la vida inteligente está en una escala menor que la del hombre, sino otros miles de millones, donde es aproximadamente igual y otros todavía donde está cientos de miles de años por delante de nosotros. Cuando piensas en los gigantescos avances tecnológicos que el hombre ha hecho en unos pocos milenios, menos de un microsegundo en la cosmología del universo, ¿puedes imaginar el desarrollo evolutivo que han tomado formas de vida mucho más antiguas? Es posible que hayan pasado de especies biológicas, que en el mejor de los casos son cáscaras frágiles para la mente, a entidades mecánicas inmortales;durante innumerables eones, pudieron emerger de la crisálida de la materia transformados en seres de pura energía y espíritu. Sus potencialidades serían ilimitadas y su inteligencia inaprensible para los humanos.

Al leer estas declaraciones, uno no puede menos que pensar en los relatos de Lovecraft y en el horror cósmico, con la idea de seres extraterrestres muy superiores al ser humano, en inteligencia y poder, que pueden llegar a dominarnos y esclavizarnos. Algo que deja entrever el director en una declaración posterior de la misma entrevista:
(...)debido a que estos seres podrían ser dioses para los miles de millones de razas menos avanzadas del universo, así como el hombre le parecería un dios a una hormiga que de alguna manera comprendiera la existencia del hombre. Poseerían los atributos gemelos de todas las deidades: omnisciencia y omnipotencia. Estas entidades pueden estar en comunicación telepática por todo el cosmos y, por lo tanto, estar al tanto de todo lo que ocurre, tocando cada mente inteligente tan fácilmente como encendemos la radio; podrían no estar limitados por la velocidad de la luz y su presencia podría penetrar hasta los rincones más lejanos del universo; podrían poseer un dominio completo sobre la materia y la energía; y en su etapa evolutiva final, podrían convertirse en una conciencia colectiva inmortal integrada. Serían incomprensibles para nosotros excepto como dioses; y si los zarcillos de su conciencia alguna vez rozaron la mente de los hombres, es sólo la mano de Dios que podríamos tomar como explicación.

                                                                                                                                                     

Uno podría pensar que Kubrick conocía la obra básica de Lovecraft al leer sus palabras, y no nos equivocamos. Lo corroboró él mismo en una entrevista posterior, realizada para un periódico español, La Vanguardia, en su número del 26 de octubre de 1980, con ocasión del estreno de otra de sus cintas icónicas, El resplandor, obra maestra del género de terror y basada en la novela homónima de 1977 de Stephen King (otra  vinculación con Lovecraft). Bajo el título de El Stanley Kubrick de la locura, y realizada por el periodista francés Michel Climent, en un momento dado de la entrevista se produce este diálogo:


En sus anteriores películas, ha abordado usted problemas y temas contemporáneos, pero en su última producción ha escogido una novela de Stephen King, «L’enfant lumiére» (el título francés de "El resplandor"),que trata de los fenómenos parapsicológicos. ¿Qué le ha impulsado a escoger este tema?

—Siempre me ha gustado este tipo de literatura. He leído a Poe, Lovecraft, etcétera, pero nunca he visto una película que fuera digna de ese género que yo definiría como un frágil equilibrio entre la psicología y lo sobrenatural, capaz de hacer que caigan las barreras de nuestra incredulidad. También se podría decir que la atracción esencial que ejercen las historias de aparecidos se debe a que implican una promesa de inmortalidad. A nivel consciente, gustan porque si se teme a los fantasmas es porque se acepta —aunque sólo sea por un instante—la existencia de seres sobrenaturales.

                                                                                  

Todavía encontramos más información sobre la relación entre Lovecraft y Kubrick en otra entrevista, que en 1980 le realizó el traductor español Vicente Molina Foix al director en su propia casa de Londres, y que se incluyó en el libro Kubrick en casa, que publicó Anagrama en 2019 y que podéis encontrar en este enlace. Molina Foix, a lo largo de veinte años de una relación que solo acabó con la muerte del director, tradujo al español los diálogos de cinco de sus películas. En la entrevista citada, le hizo la siguiente pregunta:

En películas anteriores has trabajado dentro de las convenciones de géneros específicos (ciencia ficción, thriller, cine bélico, etc.). ¿Te atrajo The Shining porque te dio la oportunidad de explorar las leyes de un nuevo género en tu carrera?
La única ley que creo que se relaciona con el género es que no debes intentar explicar, encontrar explicaciones claras de lo que sucede, y que el objeto de la cosa es producir un sentido de lo siniestro. Freud, en su ensayo sobre lo siniestro, escribió que el sentido de lo siniestro es la única emoción que se expresa con más fuerza en el arte que en la vida, lo que encontré muy esclarecedor; no ayudó a escribir el guión, pero creo que es una visión interesante del género. Y leí un ensayo del gran maestro H.P. Lovecraft donde decía que nunca debes intentar explicar lo que sucede, siempre que lo que sucede estimule la imaginación de las personas, su sentido de lo siniestro, su sentido de ansiedad y miedo. Y mientras no tenga, dentro de sí mismo, ninguna contradicción interna obvia, es solo una cuestión de, por así decirlo,construyendo sobre la imaginación (ideas imaginarias, sorpresas, etc.), trabajando en esta área del sentimiento. Creo también que el ingenio de una historia como esta es algo que al final disfruta la audiencia; obviamente, a medida que avanza la historia, se preguntan qué va a suceder, y hay una gran satisfacción cuando todo termina sin haber podido anticipar el desarrollo principal de la historia y, sin embargo, al final, no sentir que te han engañado o estafado.

Así pues, el propio Kubrick afirmó en varias ocasiones que conocía y había leído la obra de Lovecraft, y algunos matices de su literatura impregnaron al menos dos de sus películas más emblemáticas.


                                                                            


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