lunes, 7 de febrero de 2022

LOVECRAFT ERA ABERTZALE

 



El 17 de diciembre de 2011, en la edición digital del periódico español Diario de Mallorca (aquí su web), apareció un artículo de opinión titulado Lovecraft era abertzale firmado por el poeta y narrador Eduardo Jordá (n. 1956). Se trata de un texto de opinión política en el que Jordá habla sobre los diputados vascos de la coalición de izquierda abertzale Amaiur, que existió entre 2011 y 2015 y que en las elecciones generales de noviembre de 2011 consiguieron 10 diputados en el Congreso, aunque no formaron grupo propio, un asunto en el que se centra el artículo. A lo largo del texto, Jordá traza un paralelismo entre la definición de abertzale que él considera que define a "aislado del mundo y encerrado en sí mismo", y "primitivo y consanguíneo", y "ahistórico y enemigo del progreso", y "marcado genéticamente por la pertenencia a un clan", y los pueblos aislados y arcaicos que aparecen en algunos relatos de Lovecraft, todo en clave irónica. Podemos leer lo siguiente:

Hace tres veranos me paré con el coche en un área de servicio de una autopista, muy cerca de Andoain, en el corazón montañoso de Guipúzcua, en el País Vasco. Llevado por la amable mitología nacionalista que se puede leer, por ejemplo, en las novelas de Bernardo Atxaga, había imaginado que aquella comarca era una pequeña arcadia llena de valles y ríos y caseríos, en la que los campesinos sonrientes conversaban apaciblemente con su vaca (en euskera, por supuesto). La realidad fue muy distinta. Cuando me bajé del coche, noté que hacía fresco, o incluso frío -era un día nublado de julio-, y en seguida me di cuenta de que aquel paisaje era uno de los más opresivos que había visto en mi vida. Un río estrecho y caudaloso corría paralelo a la autopista, encajonado entre laderas de montañas erizadas de feos edificios de hormigón. No sé por qué, me dio la impresión de que aquellos edificios escalonados estaban llenos de personas asomadas a la ventana, que fingían mirar el río aunque en realidad se estaban vigilando las unas a las otras, por una confusa mezcla de aburrimiento y sentido del deber y una irreprimible necesidad biológica de saber lo que su vecino de enfrente estaba haciendo en cada momento. Estiré un rato las piernas y luego entré con mis hijos en el pequeño supermercado que había junto a una gasolinera. Dos jóvenes con aretes en las orejas nos recibieron con una de esas miradas de desconfianza ancestral que ya había visto en el centro de la Bretaña francesa, en las montañas de la Armórica, otro de los lugares más opresivos que he visto nunca. Saludé, pero nadie me contestó, y compré dos bolsas de patatas, y las pagué, aunque tampoco me contestara nadie. Mis hijos notaron en seguida la hostilidad y me apretaron la mano, y todos salimos afuera con una sensación de alivio. Me paré un rato y miré de nuevo aquellas montañas tan verdes, pensando en las granjas aisladas que aparecen en los cuentos de Lovecraft -"Los horrores de Dunwich", por ejemplo-, en las que vivían familias hoscas y desconfiadas que llevaban siglos sin moverse de su comarca natal, condenadas a la consanguinidad y a los rituales crueles de culto a los ancestros y a cierta clase de locura degenerativa. 

Hasta aquel día en la gasolinera de Andoain no acabé de entender bien el significado de la palabra vasca "abertzale", que de un modo u otro hemos intentado traducir con torpes sucedáneos como "independentista" o "patriota" o "nacionalista". Nanay del Paraguay. "Abertzale" es una palabra muy compleja que sólo puede traducirse por un conjunto interrelacionado de conceptos. Porque "abertzale" significa "hosco y desconfiado", pero también "aislado del mundo y encerrado en sí mismo", y "primitivo y consanguíneo", y "ahistórico y enemigo del progreso", y "marcado genéticamente por la pertenencia a un clan". Y lo peor de todo es que "abertzale" también significa "orgulloso de ser hosco y desconfiado, y de vivir aislado y encerrado en sí mismo, y de practicar unos rituales primitivos de culto a los Ancestros, y de pertenecer genéticamente a un clan". Para simplificar, "abertzale" podría traducirse como "lovecraftiano", o en sentido más amplio, como "todo aquello que sea posible asimilar a un relato de terror de H.P. Lovecraft". 

 

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