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Roberto Coria.
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En el número 18, correspondiente a mayo de 2021, de la revista mexicana Página Salmón (aquí su página web), una publicación trimestral de crítica cultural, apareció una entrevista al investigador y crítico mexicano Roberto Coria (n. 1973), asesor literario del festival de cine Mórbido, del que ya escribí en esta entrada, titulada Correspondencias con lo oculto: Bram Stoker, H.P. Lovecraft y la escritura epistolar en la literatura de horror, a cargo de Eloisa Cornelio y Jonathan Rosas Oseguera. Entre otras cuestiones, le preguntan a Coria sobre uno de los autores fundamentales del género fantástico y de terror, Lovecraft, y su amplia correspondencia, de esta forma:
JR:
Siguiendo la línea de las correspondencias y hablando particularmente
de cartas y cómo el lenguaje crea realidades, ¿qué nos puede contar
sobre otro autor popular de literatura de terror, H. P. Lovecraft y sus
cartas?
RC: Mucho se discute sobre las filias y
fobias de Lovecraft. Debo admitir que como ser humano, la pasión no
puede cegar a la objetividad; si H.P Lovecraft viviera en este momento
posiblemente habría votado por Trump. Lovecraft, haciendo de lado toda
su misoginia, toda su xenofobia, era producto de su época: él creció
creyendo que los blancos eran superiores, pero él, a pesar de eso —de
ser un misántropo y un solitario— se dio el espacio para entablar una
gran correspondencia con escritores novatos que lo veían como un
maestro, como el hombre que les iba a ayudar; la correspondencia fue
verdaderamente copiosa. Me parece que en The New Annotated H. P. Lovecraft dicen
que escribió más de 100,000 cartas, y eran verdaderas cartas donde
hacía gala de su generosidad, alentaba a sus corresponsales a escribir,
les daba recomendaciones, les daba ánimo para seguir adelante. Él supo
cultivar la amistad a distancia mediante cartas. También, por ejemplo,
él escribe una carta a Sonia Green, su esposa, sobre la pasión que
siente por ella, pero no es una carta para nada apasionada, es
completamente racional, no parece una carta de amor, parece un tratado
de los sentimientos humanos. Lovecraft era muy grandilocuente al momento
de escribir sus cartas.
EC:
El universo lovecraftiano (todo lo que implican los Mitos de Cthulhu)
se construyó, en un primer momento, mediante la correspondencia entre
Lovecraft con sus amigos y discípulos, ¿cómo es que esto ocurre? ¿qué
nos puede platicar sobre esto?
RC: Yo creo que los mitos de Cthulhu
son una creación colectiva. Si bien Lovecraft estableció los cimientos y
muchos de los elementos importantes, fueron sus corresponsales quienes
incorporaron elementos, personajes, situaciones, los grimorios; los
libros malditos, por ejemplo, son aportaciones de sus alumnos. Todos
ellos van aportando de su cosecha, entonces la correspondencia, esta
forma epistolar de interacción, es la que va robusteciendo todo este
universo.
JR:
Hay un texto que recupera en su columna de Mórbido, que es un relato,
una crónica imaginaria de Lovecraft viniendo a México a propósito de su
amigo Robert Barlow. En ella se extiende aún más la leyenda de Lovecraft
y los mitos, la influencia de esta literatura en México y como
Lovecraft es alguien que está presente en muchos autores, incluso en
algunos que no lo han leído directamente.
RC: Sí, el texto yo lo reproduje en mi antigua columna de Mórbido, pero es de Vicente Quirarte. Se llama “Morir en Azcapotzalco”
y habla de la relación que tuvo Lovecraft con Robert Barlow. Lo que
hace Vicente en este texto es imaginar qué hubiera pasado si H.P.
Lovecraft no hubiera muerto de cáncer, si hubiera vivido y viajado con
su amigo Robert Barlow, que es uno de sus discípulos —no el más
conocido, porque varios de sus estudiosos no lo conocen— y hubieran
vivido en México, pues Barlow era antropólogo, y una persona que conocía
muy bien la cultura prehispánica. El hombre se suicidó en Azcapotzalco,
como consecuencia de los ataques que recibió por su homosexualidad.
Lovecraft lo alienta como un escritor importante, recientemente sus
relatos fueron publicados por María José Esteva como "Media docena de pesadillas". (Sobre esta obra, podéis leer esta entrada de junio de 2017).
JR: En definitiva Lovecraft trabajó principalmente mediante cartas. En este sentido, El horror sobrenatural en la literatura se
gestó gracias a las correspondencias, no en el sentido de una obra
escrita a varias manos, sino por todas las referencias que le fueron
llegando desde 1925 (por oferta de William Paul Cook) y hasta 1937 (año
en que seguía trabajando la nueva edición solicitada por Willis Conover)
por sus amigos, colegas, conocidos y admiradores, ¿cómo es que estas
correspondencias de análisis crítico y literario, devinieron finalmente
en la creación de espacios que no fueran netamente intimistas?
RC: Yo creo que en sus cartas siempre
reflejó la importancia de sus maestros, R.W. Chambers, William Hope
Hodgson, vaya, de todas sus influencias, porque algo que tenía Lovecraft
es que era un gran lector y siempre se benefició de la gran biblioteca
de su abuela. Por ejemplo, le escribía a Robert Bloch y le recomendaba
que leyera a Hodgson, y eso de alguna manera le permitió a Lovecraft
aterrizar todas esas influencias para poder platicar de todos los
detalles de la vida y de la obra de este autor: reunir todo esto y darle
forma a El horror sobrenatural en la literatura.
EC:
¿Qué es lo que a Roberto Coria le gusta más de la literatura de terror?
¿En qué piensa cuando lee a Bram Stoker o a H.P. Lovecraft?
RC:
De alguna manera, el sentimiento que me provocan estos dos autores, es
que son, para mí, grandes ejemplos de congruencia. A ellos les encantaba
este tipo de narraciones, yo pienso que nos mostraron que no sólo
escribían para aprovecharse de una tradición, o para darle al público lo
que quería, sino porque realmente venía de lo más profundo de su ser.
En el caso de Stoker, fue un niño enfermo, postrado en su cama y solo
tenía contacto con el exterior gracias a las narraciones de su madre, de
la servidumbre o de lo que le contaba su padre, un aficionado del
teatro, y todo eso lo intentó incorporar en su literatura. H.P.
Lovecraft intentó incorporar todo el bagaje que había acuñado y yo diría
que lo supo alternar con las inquietudes propias de su tiempo.
Podéis leer la entrevista completa en este enlace.