A partir de abril de 2022, a lo largo de ocho sesiones, tuvo lugar un taller literario online llamado Los paisajes del Afuera: H.P. Lovecraft y la ecología del horror cósmico, impartido por el filósofo chileno Cristóbal Durán (n. 1978), Doctor en Filosofía por la Universidad de Chile. Se trató de un taller en el que se fueron leyendo diversos relatos de Lovecraft con una visión distinta, como una forma de comprender los paisajes imaginarios que el escritor muestra en sus textos y poder acceder a otros mundos. La sinopsis del curso dice así:
Es relativamente reciente el reconocimiento que ha recibido H.P. Lovecraft como escritor serio, poseedor de un estilo y una singularidad propicia para ser estudiada de manera rigurosa. En los últimos años se ha hecho hincapié progresivamente en la relación entre los elementos estilísticos y formales de su escritura, y aspectos estéticos, filosóficos y críticos. Trabajos como los de Harman (2012), MacCormack (2010, 2016) o Ludueña (2013), destacan el hecho de que la escritura de Lovecraft posee un impacto indesmentible para pensar realidades coalescentes a lo humano, hasta el punto de poner en entredicho radicalmente los límites del dominio humano y su pretensión de identidad en el mundo que ha construido. Tanto en su narrativa como en sus ensayos, el escritor de Providence formaliza un universo que excede el antropocentrismo y el imperio de sentido de la forma humana. El “horror cósmico”, que propone a lo largo de 20 años de escritura, se condice con un escenario en que la humanidad es tan sólo una cosa entre otras cosas. No es descaminado advertir entonces una relación indisociable con un pensamiento ecológico, que no sólo supone trazar las relaciones entre especies y entornos, sino que también requiere la integración de una dimensión virtual e incorporal de los acontecimientos que difícilmente se dejan captar en entramados relacionales entre individuos dados. Así, pese a la distancia de Donna Haraway respecto a la figura lovecraftiana de Cthulhu —una invención a sus ojos todavía demasiado antropomorfa, masculina y dominante—, quisiéramos pensar también en sus tentáculos la posibilidad de una época de ligazones tentaculares, inextricables, entre humanos y no humanos. Si lo que se requiere es repensar la manera de construir figuras venideras para nuevos futuros, mixtos y heterogéneos, quizá no solo entre distintos vivientes, sino más allá de eso, lo que quisiéramos por nuestra parte es detenernos en los extraños parajes y ecosistemas imposibles que Lovecraft revela en su narrativa, como una cartografía del “Gran Afuera” (Meillassoux). Porque ciertamente la vía del horror, tal y como Lovecraft la construye y la piensa, podría darse como la posibilidad de otra cosa, como un intento de acallar el mundo dominante y como apertura del mundo (¿nuestro mundo?) a los otros.
En esta línea, nos propondremos leer los textos de Lovecraft como el mapeo de una amplificación de territorios, sugerida por umbrales, metamorfosis y traspasos que extienden lo que entendemos por vida y por viviente. Quizá estos paisajes no son tan posthumanos como inhumanos, pero donde un devenir inhumano de los territorios ya no están sometidos al imperio de “sólo una pequeña parte del proceso vital-orgánico” (Deleuze y Guattari). Como un realismo del Afuera, los relatos de Lovecraft esbozan un agolpamiento descriptivo de rasgos flotantes, que impide distinguir si estamos resueltamente frente a animales, o si estamos frente a vivientes, y que va definiendo lo que hay a partir de extrañas zonas de vecindad en una especie de pluralismo efectivo. Toda una ecología de la variación continua (un régimen de coexistencia entre entidades que rebasan la distinción que valora lo humano sobre lo no humano, lo vertebrado sobre lo invertebrado, lo animal sobre lo vegetal, o la vida consciente por sobre la vida privada de conciencia), transgrede la idea de una constante en las relaciones entre especies, entre vidas o entre entidades. El horror de Lovecraft contiene entonces “un potencial para la realización de encuentros, de una clase excepcional a la literatura”, como ha escrito Nick Land. Lovecraft nos ayudará a pensar con sus pasajes, otros paisajes que exceden absolutamente los nuestros, pero que de algún modo también son los nuestros.
El taller se llevó a cabo gracias a la colaboración de la librería Alma Negra, de Santiago de Chile, cuya web podéis consultar en este enlace.